al fin

caminó sin desperdiciar una sola colilla
a esas alturas todo valia
la tierra le siguia dando su basura diaria
siguió fumando hasta que lo despertó un silencio
y se dió cuenta que estaba sólo
la ciudad muerta sin pájaros ni autos
sentóse a investigar los acontecimientos
y no pudo corroborar sus ilusiones
solamente el sueño de las últimas noches
bajo el puente convertido en su refugio
ni siquiera un grito o un saludo
un silencio absoluto
ni siquiera el viento que lo calmaba
de amarguras y otras desgracias
indudablemente no había más razones para
compartir penas ni memorias
el silencio pasó a ser parte del día
húmedo rojo pesado como el agua tibia
el silencio se percibía hasta en el río
negro quieto oloroso como nunca
tal vez sintió cierta ansiedad
como una profecía que alguna vez escuchó
o leyó bajo el puente
no hubo más remedio que guardar la última
colilla en el bolsillo cerrar los ojos
y volver a empezar